Degradación de la
biodiversidad
El término “biodiversidad”
proviene de la expresión del inglés “biological diversity”, es decir, “diversidad
biológica”. La biodiversidad es la variabilidad de los organismos vivos de
cualquier origen, incluidos, entre otros, los ecosistemas terrestres, marinos y
otros ecosistemas acuáticos, además de los complejos ecológicos de los que
forman parte: esto incluye la diversidad dentro de cada especie y entre
especies así como el de los ecosistemas.
Esto ha sido expresado en el Artículo
2 de la Convención sobre la diversidad biológica, aprobada el 22 de mayo de
1992.
Sin embargo,
el objetivo de luchar por la pérdida de biodiversidad este año 2010 no
ha sido cumplido y la degradación continúa.
Los líderes
mundiales no han logrado mantener los compromisos contraídos en 2002 para
reducir la tasa global de pérdida de biodiversidad desde entonces hasta el
2010. Sí se han ocupado de supervisar la disminución más alarmante de la
biodiversidad pero no ha había muchos logros más. Esta es la primera evaluación
sobre la forma en la que las metas que se han propuesto en el 2002 en la
Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB) no han tenido el éxito esperado.
Sinceramente,
es una verdadera pena que no se haya podido hacer lo suficiente por preservar
la biodiversidad estando en el 2015 ,porque
nuestro medio ambiente continúa resintiéndose y se sigue perjudicando a la
Tierra.
Degradacion del paisaje
La evaluación de la degradación de los ecosistemas en un
espacio geográfico o territorio concreto puede realizarse través del análisis
de los cambios o transformaciones del paisaje, entendido este como la expresión
espacial y visual de los ecosistemas.
El paisaje, como sistema tiene una
estructura y una funcionalidad variable en el tiempo y el espacio (Forman 1995
según el régimen y la magnitud de las perturbaciones (Forman y Godron, 1986),
sean estos de origen natural o antrópico. En ese proceso de transformación,
inducido por el régimen de perturbaciones, se produce una pérdida de la calidad
y productividad de los ecosistemas existentes, provocando efectos negativos en
sus componentes y condiciones como la pérdida de resiliencia del ecosistema.
Lo
anterior genera hasta la desaparición misma de éstos según la magnitud del daño
o degradación, la recuperación del ecosistema, lo cual puede ser: Irreversible:
Cuando la alteración y/o destrucción del ecosistema y sus componentes es tal
que este no puede restaurarse. Corregible: Cuando la alteración y/o destrucción
parcial del ecosistema y sus componentes puede rehabilitarse y recuperarse con
procedimientos y/o tecnologías adecuadas.
Incipiente: Cuando la alteración y/o
destrucción parcial del ecosistema y sus componentes puede recuperarse sin la
intervención de procedimientos o tecnología especiales. La transformación
acelerada y de gran magnitud del paisaje natural (bosque y otros ecosistemas
naturales) a paisaje agropecuario y urbano en la Gran Área Metropolitana del
país, donde según datos recientes del PRUGAM, vive actualmente el 58% de la
población nacional, conjuntamente con la vulnerabilidad intrínsica de los
ecosistemas tropicales, ha producido degradación de los ecosistemas y de los
recursos naturales, particularmente daños a los ecosistemas acuáticos y a los
bosques Premontanos y Montano bajos que prácticamente han desaparecido de la
GAM.
El monitoreo sistemático en el tiempo de la magnitud y el régimen de
cambios en los usos del suelo y en la estructura del paisaje, mediante fotos
aéreas u otro tipo de imagen, métricas del paisaje y sistemas de información
geográfica, permitiría al Observatorio Ambiental evaluar de manera indirecta,
el estado de degradación y/ o recuperación de los ecosistemas presentes en la
GAM, o en cualquier otro territorio que se requiera.
Destrucción del Ozono
En
las décadas de 1970 y 1980, los científicos empezaron a descubrir que la
actividad humana estaba teniendo un impacto negativo sobre la capa de ozono,
una región de la atmósfera que protege al planeta de los dañinos rayos
ultravioleta. Si no existiera esa capa gaseosa, que se encuentra a unos 40
km de altitud sobre el nivel del mar, la vida sería imposible sobre nuestro
planeta. Los estudios mostraron que la capa de ozono estaba siendo afectada por
el uso creciente de clorofluorocarbonos (CFCs, compuestos de flúor), que se
emplean en refrigeración, aire acondicionado, disolventes de limpieza,
materiales de empaquetado, etc. El cloro, un producto químico secundario de los
CFC ataca al ozono, que está formado por tres átomos de oxígeno, arrebatándole
uno de ellos para formar monóxido de cloro. Éste reacciona a continuación con
átomos de oxígeno para formar moléculas de oxígeno, liberando moléculas de
cloro que descomponen más moléculas de ozono.
Al
principio se creía que la capa de ozono se estaba reduciendo de forma homogénea
en todo el planeta. En 1985, no obstante, posteriores investigaciones revelaron
la existencia de un gran agujero (disminución del concentrado o de unidades
Dobson) centrado sobre la Antártida; un 50% o más del ozono situado sobre este
área desaparecía estacionalmente (a partir del mes de octubre).
El
adelgazamiento de la capa de ozono expone a la vida terrestre a un exceso de
radiación ultravioleta, que puede producir cáncer de piel y cataratas, reducir
la respuesta del sistema inmunitario, interferir en el proceso de fotosíntesis
de las plantas y afectar al crecimiento del fitoplancton oceánico.
Debido a la
creciente amenaza que representan estos peligrosos efectos sobre el ambiente,
muchos países trabajan en el proyecto de suprimir la fabricación y uso de los
CFCs de aquí al año 2000. No obstante, los CFCs pueden permanecer en la
atmósfera durante más de 100 años, por lo que la destrucción del ozono
continuará representando una amenaza durante décadas.
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